El 16 de octubre de 2004, el Majestic Theater de Dallas reunió en su escenario a cuatro figuras imprescindibles del blues, cuatro leyendas vivas cuyo rango de edades oscilaba entre los 89 y 94 años. Cuatro músicos con toda una vida dedicada al blues, ellos eran la auténtica historia de esta música. Durante ese concierto los cuatro recibieron el premio honorífico más importante que se da en USA en el apartado de las Artes Tradicionales, “The National Endowment for the Arts Heritage Fellowship Award”. Los cuatro artistas reunidos para ese emblemático concierto fueron Henry Townsend, Robert Lockwood Junior, Pinetop Perkins y David Honeyboy Edwards, y el evento se recogió en un disco en directo editado por The Blue Shoe Project “Last of the Great Mississippi Delta Bluesmen”.
Han pasado casi 7 años y hoy, 29 de agosto, nos ha dejado el último vestigio del auténtico y original blues del Delta, el último representante de una generación de bluesmen que nacieron a principios del siglo pasado, David Honeyboy Edwards, cantante, guitarrista y armonicista, nacido en Shaw, Mississippi, el 28 de junio de 1915. Tenía 96 años.
“Little Old Honey” le llamaba su familia desde niño, y donde se crió así era conocido, tanto por los blancos como los negros, por lo que cuando inició su carrera discográfica eligió desde el primer momento el apodo “Honeyboy”. Desde los 9 años estuvo recogiendo algodón y su vida se desarrolló como la de cualquier familia afroamericana en el sur de los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado, una existencia oscura y miserable. Pero siempre tuvo una visión positiva, los recuerdos de sus primeros años se ceñían a los buenos momentos. Con 14 años su padre le enseñó los rudimentos de la guitarra y a pesar de los duros trabajos agrícolas consigue tocarla correctamente. Estamos en plena Depresión y decide coger un tren clandestinamente que le lleve hasta Memphis. Antes de partir ya había conocido a colosos del blues del Delta, como Robert Petway, Tommy McClennan o Tommy Johnson. Su viaje dura muy poco ya que tanto él como la gran mayoría de sus acompañentes son dtenidos y llevados a la granja penitenciaría de Weldon Willis. Esta experiencia es terrible pues a pesar de las condiciones duras de vida de la población negra, él es un adolescente y ve morir a compañeros por los golpes de los guardianes. Al final consigue ser liberado y regresar con la familia.
En 1932 en una fiesta en la plantación ve a Big Joe Williams, el gran vagabundo del blues. Ëste le hace tocar una o dos canciones y se compromete a enseñarle. Pide permiso al padre de David y se lo lleva por los caminos de Mississippi durante 8 o 9 meses. Eso sí es conseguir el posgrado en la escuela del blues.
En 1935 llega a Memphis, ya solo, y conoce a Memphis Minnie, Frank Stokes, Sleepy John Estes, Yank Rachell, etc.. y toca con miembros de la Memphis Jug Band original, como Will Shade, asociándose con un jovencito armonicista que había aprendido de Shade. Este muchacho sería conocido más adelante como Big Walter Horton.
En 1937 conoció a Robert Johnson en Greenwood, mientras éste estaba tocando en la calle. La memoria de Edwards es proverbial. Recuerda sucesos acaecidos en esos años 30 como cuando se refiere a la Navidad de 1937 y un chaval se le acerca y le dice que le había visto tocar, que se llamaba Riley King y que también tocaba la guitarra. Era B. B. King cuando cantaba en un coro y aún no era conocido.
En 1942 Alan Lomax le graba para la Biblioteca del Congreso con la mala suerte de que un problema técnico estropea en parte estas grabaciones realizadas en Clarksdale y por las que Lomax le paga 20 dólares. En 1992 Earwig editaría estas sesiones aunque algunas de ellas bastante amputadas, en torno a los 30 segundos de sonido.
En 1951 graba en Houston cuatro títulos para el pequeño sello ARC, cuya difusión es muy local. En 1953 realiza una versión de Sweet Home Chicago magnífica para el sello Sun de Sam Phillips, pero éste que está muy encoñado con iniciar la carrera de Elvis Presley no le garantiza la difusión. Ese mismo año graba cuatro temas para Chess, sin embargo los hermanos temerosos de que pudiera hacer la competencia a su figura en ese momento, Muddy Waters, dejan sin publicar las grabaciones que permanecen inéditas durante 20 años. La mala suerte se ceba en Honeyboy Edwards. Y la carretera sigue siendo su único hogar para el éxito. En 1968, participó en las sesiones que Fleetwood Mac realizaron en Chicago con la mala fortuna de que un ingeniero de sonido borró las grabaciones en que Edwards atuaba como líder.
En 1972, Michael Frank, vió a Edwards actuando en un club en Chicago. Al año siguiente se convirtió en su agente artístico antes incluso de poner en marcha su sello Earwig. En 1981 consiguió juntar a Sunnyland Slim, Big Walter Horton, Floyd Jones, Kansas City Red y Honeyboy Edwards grabándoles un fantástico disco totulado “Old Friends”. En 1997 consiguen publicar la autobiografía del músico, un libro de lectura obligada, “The World Don’t Owe Me Nothing”. Desde 2005, Frank le consiguió casi 100 actuaciones por año, haciendo él de acompañante con la armónica.
El mundo del blues ha vuelto a quedarse más huérfano, uno de sus más insignes representantes ha decidido dejar de tocar el viejo blues del Delta para nosotros y se ha ido al más allá con sus viejos compañeros para continuar junto a ellos su particular “Roamin’ and Ramblin’”.
“Little Old Honey” le llamaba su familia desde niño, y donde se crió así era conocido, tanto por los blancos como los negros, por lo que cuando inició su carrera discográfica eligió desde el primer momento el apodo “Honeyboy”. Desde los 9 años estuvo recogiendo algodón y su vida se desarrolló como la de cualquier familia afroamericana en el sur de los Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado, una existencia oscura y miserable. Pero siempre tuvo una visión positiva, los recuerdos de sus primeros años se ceñían a los buenos momentos. Con 14 años su padre le enseñó los rudimentos de la guitarra y a pesar de los duros trabajos agrícolas consigue tocarla correctamente. Estamos en plena Depresión y decide coger un tren clandestinamente que le lleve hasta Memphis. Antes de partir ya había conocido a colosos del blues del Delta, como Robert Petway, Tommy McClennan o Tommy Johnson. Su viaje dura muy poco ya que tanto él como la gran mayoría de sus acompañentes son dtenidos y llevados a la granja penitenciaría de Weldon Willis. Esta experiencia es terrible pues a pesar de las condiciones duras de vida de la población negra, él es un adolescente y ve morir a compañeros por los golpes de los guardianes. Al final consigue ser liberado y regresar con la familia.
En 1932 en una fiesta en la plantación ve a Big Joe Williams, el gran vagabundo del blues. Ëste le hace tocar una o dos canciones y se compromete a enseñarle. Pide permiso al padre de David y se lo lleva por los caminos de Mississippi durante 8 o 9 meses. Eso sí es conseguir el posgrado en la escuela del blues.
En 1935 llega a Memphis, ya solo, y conoce a Memphis Minnie, Frank Stokes, Sleepy John Estes, Yank Rachell, etc.. y toca con miembros de la Memphis Jug Band original, como Will Shade, asociándose con un jovencito armonicista que había aprendido de Shade. Este muchacho sería conocido más adelante como Big Walter Horton.
En 1937 conoció a Robert Johnson en Greenwood, mientras éste estaba tocando en la calle. La memoria de Edwards es proverbial. Recuerda sucesos acaecidos en esos años 30 como cuando se refiere a la Navidad de 1937 y un chaval se le acerca y le dice que le había visto tocar, que se llamaba Riley King y que también tocaba la guitarra. Era B. B. King cuando cantaba en un coro y aún no era conocido.
En 1942 Alan Lomax le graba para la Biblioteca del Congreso con la mala suerte de que un problema técnico estropea en parte estas grabaciones realizadas en Clarksdale y por las que Lomax le paga 20 dólares. En 1992 Earwig editaría estas sesiones aunque algunas de ellas bastante amputadas, en torno a los 30 segundos de sonido.
En 1951 graba en Houston cuatro títulos para el pequeño sello ARC, cuya difusión es muy local. En 1953 realiza una versión de Sweet Home Chicago magnífica para el sello Sun de Sam Phillips, pero éste que está muy encoñado con iniciar la carrera de Elvis Presley no le garantiza la difusión. Ese mismo año graba cuatro temas para Chess, sin embargo los hermanos temerosos de que pudiera hacer la competencia a su figura en ese momento, Muddy Waters, dejan sin publicar las grabaciones que permanecen inéditas durante 20 años. La mala suerte se ceba en Honeyboy Edwards. Y la carretera sigue siendo su único hogar para el éxito. En 1968, participó en las sesiones que Fleetwood Mac realizaron en Chicago con la mala fortuna de que un ingeniero de sonido borró las grabaciones en que Edwards atuaba como líder.
En 1972, Michael Frank, vió a Edwards actuando en un club en Chicago. Al año siguiente se convirtió en su agente artístico antes incluso de poner en marcha su sello Earwig. En 1981 consiguió juntar a Sunnyland Slim, Big Walter Horton, Floyd Jones, Kansas City Red y Honeyboy Edwards grabándoles un fantástico disco totulado “Old Friends”. En 1997 consiguen publicar la autobiografía del músico, un libro de lectura obligada, “The World Don’t Owe Me Nothing”. Desde 2005, Frank le consiguió casi 100 actuaciones por año, haciendo él de acompañante con la armónica.
El mundo del blues ha vuelto a quedarse más huérfano, uno de sus más insignes representantes ha decidido dejar de tocar el viejo blues del Delta para nosotros y se ha ido al más allá con sus viejos compañeros para continuar junto a ellos su particular “Roamin’ and Ramblin’”.
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